ÁLVARO GARCíA: “SE HA REIVINDICADO LO QUE POR MUCHO TIEMPO SE CALIFICó COMO NEGATIVO: LA POLíTICA DE LOS ACUERDOS”

En el marco del lanzamiento del libro Del diálogo a la colaboración: cómo construir soluciones colectivas a desafíos complejos, que fue coescrito por la ministra Carolina Tohá (Interior), Álvaro García, otro de sus autores, destaca que la obra contribuye a entender que “la principal falla en el ámbito del diálogo social es que no exista la institucionalidad”.

Para el exministro de los gobiernos de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos existe un retroceso, en comparación a lo que fue la Concertación, en utilizar el diálogo y la colaboración en función de los objetivos de un gobierno.

En el libro hacen un análisis sobre cómo el diálogo y la colaboración pueden ayudar a enfrentar los desafíos de hoy. ¿Cuáles son los desafíos que usted considera claves de atender?

Hay dos muy gruesos que se expresan en el libro. El primero tiene que ver con gobernanza, cómo se hace más efectivo el quehacer del Estado. Proponemos un esquema que llamamos gobernanza colaborativa. El gran desafío es crear canales institucionales de participación ciudadana y fortalecer la transparencia del Estado. El segundo gran título es lo que llamamos creación de valor sostenible, y que ocurre más bien en el ámbito económico. Se refiere al esfuerzo de manera coordinada de actores diversos para sacar algo adelante.

¿Y si lo aterrizamos a Chile?

Describimos distintos ámbitos donde esto es necesario. El primero es un pacto fiscal. Chile tiene grandes demandas sociales insatisfechas. La única manera de hacerlo es incrementando la carga tributaria, además de hacer más eficiente el gasto público. Pero la eficiencia del gasto público no basta. Se requiere de un acuerdo político que, a nuestro juicio, se fortalecería si va acompañado de un acuerdo social. Un ejemplo en Chile son las 40 horas o el salario mínimo. Un segundo elemento es la viabilización de los grandes proyectos de inversión, que son los únicos que mueven la aguja del crecimiento. Eso requiere de un gran esfuerzo de colaboración pública-pública, para hacer más rápido el otorgamiento de permisos sin perder capacidad de fiscalización del Estado. También requiere de un diálogo más efectivo con los vecinos del territorio donde se hacen estos grandes proyectos. Y eso, a su vez, requiere una institucionalidad de diálogo que hoy es muy precaria en Chile y atrasa mucho los proyectos.

En el libro se enfatiza sobre la importancia del diálogo, de la colaboración para hacer frente a estos desafíos. ¿En qué se ha fallado en ese ámbito?

La principal falla en el ámbito del diálogo social es que no exista la institucionalidad. No hay una institución que cobije el diálogo entre actores diversos. Esa institución existe en muchas partes del mundo. En Chile de alguna manera la hemos sustituido por estas comisiones. Pero las comisiones tienen el problema de que no representan a todos y, sobre todo, que cada vez tienen que pasar por el proceso de aprendizaje que requiere un diálogo efectivo. En cambio, cuando se institucionaliza esto, lo conviertes en un consejo permanente del diálogo social... Esa es la principal razón por la que no existe diálogo y colaboración en el país.

Dice que no ha habido diálogo ni colaboración en el país. ¿Qué consecuencias concretas ha traído eso?

No diría que no ha habido diálogo. De hecho, hubo mucho diálogo por un largo período de tiempo en Chile y con resultados muy positivos. En el último tiempo, yo diría en la última década, eso está debilitado enormemente. La capacidad de diálogo. Los resultados son que los grandes cambios que el país requiere no se hacen. El mejor ejemplo de ello es la reforma de pensión. Ya vamos en el tercer gobierno que trata de impulsarla sin éxito. Algo parecido ha ocurrido con el pacto fiscal. Varios gobiernos, de distintos signos políticos, han impulsado cambios que no han llegado a puerto. Hay un tercer elemento, pero más ajeno al diálogo, que es nuestro sistema político. Se ha polarizado enormemente y se ha fracturado en una enorme cantidad de pequeños partidos políticos. Sumado a la desconfianza ciudadana, se ha convertido en un sistema muy ineficaz para lograr acuerdos y resultados. Es necesaria una reforma política y acompañar el diálogo político con diálogo social. En muchas oportunidades, en Chile y fuera de Chile, el diálogo social ha facilitado la construcción de acuerdos políticos.

Usted se desempeñó como ministro en los gobiernos de los presidentes Eduardo Frei y Ricardo Lagos. En retrospectiva, ¿se ha retrocedido en términos de utilizar el diálogo y la colaboración en función de los objetivos de un gobierno?

Mientras yo estuve en el Ministerio de Economía, nosotros construimos dos instituciones de diálogo permanente. Una fue el Foro de Desarrollo Productivo. Esa instancia fue muy importante para que se construyera un acuerdo en el país respecto del proceso de apertura al exterior que ocurrió durante esa época y que en su inicio tenía fuertes detractores. La segunda institución que se creó fue el Centro Nacional de Productividad, que buscaba atender precisamente el desafío que el país tenía en esta materia.

¿Pero se podría hablar de un retroceso en comparación a la época de la Concertación?

Creo que sí ha existido un retroceso. Ese tipo de instituciones hoy no existen. Durante el gobierno del Presidente Lagos tuvimos un acuerdo firmado por la CUT y la CPC para legislar y crear el consejo de diálogo social permanente. Desafortunadamente, ese proyecto de ley nunca vio la luz. A mi juicio, era la respuesta que requeríamos.

¿Usted considera que en los últimos años se ha revalorizado el ánimo de diálogo de la Concertación?

Yo creo que se ha reivindicado lo que por mucho tiempo se calificó como muy negativo, que era la política de los acuerdos. Ahora está claro para todos, o casi todos, que la política consiste precisamente en construir acuerdos. Y que sin ellos la política pierde prestigio y confianza ciudadana, que desafortunadamente es lo que ha venido ocurriendo. Sin lugar a dudas, en estos años el país ha perdido esa capacidad. Hay que hacer cosas concretas para recuperarla.

¿Diría que hay un antes y un después o algún punto de inflexión en que se haya perdido esa capacidad de diálogo en la política chilena?

No. Yo diría que ha sido un proceso gradual. Donde sí hubo un punto de quiebre fue en la capacidad de diversos actores de expresar sus opiniones, fundamentalmente a través de las redes sociales. Eso creó la posibilidad, que la tuvimos muy presente para el estallido social, de generar grandes movilizaciones sociales sin un propósito definido, o más bien con muchos propósitos muy diversos, que en general no condujeron a resultados.

¿Cómo fue el proceso de redacción del libro? ¿Tuvo instancias para conversar con la ministra Tohá?

Todos los que participamos en la elaboración del libro trabajamos juntos, todos los días. Incluida Carolina Tohá, hasta el momento en que asumió el Ministerio del Interior. Por lo tanto, fue un esfuerzo colaborativo continuo la elaboración del libro. Se hizo fundamentalmente en el período justo anterior a que la ministra asumiera el cargo.

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