COLUMNA DE ROCíO ZEPEDA: NUEVOS DELITOS, NUEVOS DESAFíOS

Por Rocío Zepeda M., docente Escuela de Gobierno y Administración Pública, Universidad Mayor

La “crisis de seguridad” es algo que parece resonar en todo momento en Chile. Resulta innegable que algo está pasando, negar la existencia de la delincuencia sería por lo menos iluso. Efectivamente ciertos delitos se han incrementado. No obstante, este aumento no sería tan dramático como se quiere creer.

Según el Centro de Estudios y Análisis de Delito (CEAD), durante 2022 se registraron 488.268 delitos de mayor connotación social, mientras que para 2023 aumentaron a 515.311. Durante ambos periodos cerca de un cuarto del total fueron hurtos (24,19% en 2022 y 25,08% en 2023); mientras que otros delitos más graves, como los homicidios, representan sólo un 0,2% del total de 2022, bajando esta cifra en el año actual al 0,19%. Es más, en relación a las cifras de homicidios en Latinoamérica y el Caribe, Chile se ha mantenido en los últimos lugares, siendo superado en 2023 sólo por Perú y El Salvador. Entonces, si podemos ver que a nivel total los delitos no han aumentado drásticamente y que incluso los homicidios han bajado ¿por qué hay una crisis de seguridad?

El problema no es el aumento o la baja en la tasa de delitos. El problema es la cualidad de estos, porque si bien no hay un aumento realmente preocupante en el número, sí existe un incremento en los niveles de violencia. Estamos ante la presencia de formas de delinquir que no estamos acostumbrados a ver.

Lo importante es tratar de buscar soluciones, y para eso se requiere voluntad política. No basta con la intención de combatir la delincuencia, tampoco pasa por sacar militares a la calle, ni menos con restituir medidas como la pena de muerte. La voluntad política es central si se quiere avanzar en temas tan complejos como lo son la seguridad interna. Voluntad para ponerse de acuerdo y empujar iniciativas legales que doten de capacidad técnica y material a nuestras policías.

No es momento de medidas populistas ni de buscar culpables o salvadores. Es momento de que nuestra clase política trabaje por el bienestar del país, teniendo conciencia de que el proceso va a ser lento, pero que, si queremos construir un país más seguro, es necesario hacer las cosas bien.

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