LA GRAN INCóGNITA DE BACHELET

El martes 11, la expresidenta Michelle Bachelet se aprestaba para intervenir por segundo día consecutivo en el foro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, en París. Todo se ajustaba al cronograma. El día anterior había hablado de igualdad de género e iba a continuar con el mismo tema. Hasta que se saltó los protocolos. La exgobernante aprovechó un espacio para reunirse con los chilenos que trabajan en esa instancia internacional. Por unos 30 minutos les habló sobre el rol de esa organización y cómo aportar desde ahí a los desafíos que tiene Chile. Y, sin esquivar preguntas, abordó una que inquietaba a la audiencia. “Nuestro país tiene muchos desafíos, pero yo ya no estoy en eso”, sostuvo en referencia a la presidencial 2025. Y para que no quedaran dudas, sentenció: “Yo no voy a correr de nuevo”, cerrando -de este modo, fuera de las fronteras- una nueva incursión a La Moneda.

Su postura no extrañó en el PS.

Con frecuencia, Paulina Vodanovic, presidenta del Partido Socialista, llega hasta la sede de la Fundación Horizonte Ciudadano -de la que fue presidenta del directorio entre 2020 y 2021- para hablar de política y contingencia con la exgobernante.

En uno de esos diálogos, hace un par de meses -según se confidencia en el PS-, la senadora le preguntó derechamente a la exjefa del Estado si estaba dispuesta a una tercera candidatura a la Presidencia. Ya la había escuchado en público y en privado decir que no. Incluso, el 6 de enero de este año, Bachelet había señalado que “hacer el servicio militar obligatorio por tercera vez es un poquito mucho”. Y que “la democracia no merece que la gente se repita”.

Pero el nerviosismo en las filas oficialistas -ante la falta de una opción competitiva clara, frente a una derecha que ya tiene figuras en carrera- y a la presión de algunos por instalar el nombre de la exgobernante en la papeleta 2025, se empezaba a sentir.

Vodanovic no quería -a su vez- verse sorprendida con un cambio de decisión. Ni menos que otro partido se adelantara en proclamarla.

La respuesta que recibió fue nuevamente categórica. Un rotundo no.

El episodio se registró antes de que Bachelet empezara a aparecer en las encuestas. La última, de Pulso Ciudadano, del 2 de junio, constató que Evelyn Matthei sigue en la pole position, con un 26,2%. Pero la disputa por el segundo lugar está ahora entre José Antonio Kast, con un 12,1% (3,5 puntos menos que hace un mes), seguido de cerca por Bachelet, con un 9,8%. Es decir, 2,7 puntos más que hace un mes. Esto, a pesar de su negativa pública.

“Es la única que está marcando. El resto de nuestras figuras está casi en el margen de error que fijan los sondeos”, resume un senador del Socialismo Democrático.

Rol articulador

Pocos se convencen hasta ahora que Bachelet haya descartado totalmente participar en una nueva contienda. Observan con suspicacia el activo papel que mantiene la exjefa del Estado en la política nacional e internacional. Y -particularmente- el rol articulador de la izquierda en que está empeñada, que la posiciona como la única figura en tener lazos sólidos desde el PC al PS, pasando por el Frente Amplio.

Su núcleo de apoyo, para esta tarea, aparte de Vodanovic, lo conforman la exministra Ana Lya Uriarte, dirigentes de partidos, parlamentarios y alcaldes. Y, en el último tiempo, el exministro Nicolás Eyzaguirre, quien comenzó a colaborar en algunos proyectos.

El foco de Bachelet está en la unidad del sector. En privado, la exmandataria ha realizado un duro diagnóstico del escenario de la izquierda, al que observa con preocupación por la existencia de agendas individuales y muchas veces contrapuestas. Todo ello -ha sostenido en reserva- ha alimentado la arremetida electoral de la derecha más dura, representada por José Antonio Kast y los republicanos.

“Veo con tremenda preocupación la irrupción de la extrema derecha en el plano político a nivel nacional e internacional (...). Estos grupos les están hablando a la emoción y al miedo”, sostuvo en marzo en el programa de streaming ¿Y ahora qué?, bajo la conducción de la diputada comunista Karol Cariola. Un punto que Bachelet ha venido repitiendo en distintos espacios.

Hasta ahora, en el oficialismo se mantiene la tensión por la sucesión al Presidente Gabriel Boric. A fines de abril, el Jefe de Estado -sin consulta a los involucrados, según se confidencia en Palacio- situó a varios como posibles cartas. Nombró a los ministros Jeannette Jara (Trabajo), Carolina Tohá (Interior), Camila Vallejo (Segegob) -aunque ha desestimado esa opción, y a Álvaro Elizalde (Segpres), además de los diputados Gonzalo Winter, Daniella Cicardini y Karol Cariola, y a los alcaldes Carla Amtmann (Valdivia) y Tomás Vodanovic (Maipú).

Pero no mencionó a Bachelet, lo que incomodó a sus partidarios.

La exgobernante -en todo caso- ha mantenido su neutralidad pública en la carrera oficialista, lo que alimenta aún más las sospechas sobre los caminos que evalúa. Sin embargo, sus cercanos sostienen que Bachelet tiene una alta valoración por Tohá. Y que incluso les ha dicho que sería una buena Presidenta, por su experiencia, gestión y carácter.

Ambas mantienen una relación fluida. La ministra del Interior la suele llamar, incluso, frente a algunas contingencias. Fue así en el caso del asesinato del teniente (R) venezolano Ronald Ojeda cuando se comunicó con la expresidenta para pedirle consejos, en particular por la experiencia que tuvo con el gobierno de Nicolás Maduro cuando fue alta comisionada de los DD.HH. en la ONU.

Es el carácter transversal de los lazos que cultiva Bachelet -asidua interlocutora del Presidente Boric, por ejemplo- lo que destaca en medio de la áspera tensión que han mantenido las dos almas oficialistas -Frente Amplio y PC versus Socialismo Democrático- en el devenir del gobierno.

En la lista corta de fortalezas de la exmandataria para emprender una nueva aventura presidencial también se mencionan su amplia experiencia -por sus dos pasos por La Moneda-; su capacidad de unificar al sector y ser la única exgobernante del oficialismo que se mantiene totalmente activa, tras el retiro de la vida pública de Ricardo Lagos y el repliegue de Eduardo Frei.

“No lo hemos discutido el tema a nivel de bancada ni tampoco a nivel de partido. Sin embargo, el alza en las encuestas demuestra que el liderazgo de la Presidenta Bachelet está más vigente que nunca. Ella es una alternativa seria y real”, dice el diputado Raúl Leiva (PS).

Fuera del oficialismo, el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Eric Aedo, de la Democracia Cristiana, es uno de los impulsores de la opción Bachelet.

“Espero -advierte- que no se cometa el error que se cometió en su minuto, cuando, por el solo afán de renovación, se dejó fuera de carrera a Ricardo Lagos y fuimos con una candidatura de Alejandro Guillier que no solo perdió, sino que generó una diáspora. Bachelet no solo tiene la capacidad de aunar mundos distintos, lo que le da un tremendo potencial para ganarle a la derecha, sino que, además, combina muy bien desarrollo económico con justicia social, dos áreas clave para el Chile de hoy”.

El protagonismo de Bachelet con miras a las elecciones municipales -el primer apronte electoral- sólo va a crecer. Si bien en las elecciones primarias sólo se involucró con un mensaje explícito en favor del PS Juan Valdés -quien perdió, en todo caso, en La Granja- la exmandataria ha estado disponible para facilitar su imagen a todo aquel que le ha pedido fotos.

Tanto así que se generó ruido en el PS cuando Macarena Fernández (CS) coincidió con Bachelet en un evento y le pidió una foto. La candidata PS de Providencia Fernanda Villegas -su exministra- se incomodó con el gesto y fue a visitarla para también pedirle una imagen juntas para la campaña.

La exjefa de Estado, además, ha puesto su fundación Horizonte Ciudadano al servicio de insumos para los candidatos. Aún más, instruyó la coordinación de su centro de pensamiento con los otros think tanks oficialistas, para realizar distintos laboratorios con alcaldes del sector, para elaborar un programa municipal en base a las experiencias exitosas de algunos municipios. Bachelet ya comprometió su participación en ellos, según su disponibilidad de agenda.

“La expresidenta está centrada en la unidad. No está mirando una candidatura presidencial. Levantar su nombre es la respuesta más rápida a un problema que es más de fondo y que tiene que ver con el desafío que tiene el Socialismo Democrático de construir nuevos liderazgos”, sostiene Eolo Díaz-Tendero, director ejecutivo de Horizonte Ciudadano.

Debate abierto

Una nueva aventura presidencial de Bachelet -dato paradójico- provoca, en general, más simpatía en el Frente Amplio y el PC que en el Socialismo Democrático.

Hay al menos dos razones para ello. La primera es que la exmandataria hizo gestos tempranos y concretos tanto en favor de los comunistas -fue clave en romper la exclusión electoral y los sumó a su gobierno- como en el Frente Amplio, donde ha sido una entusiasta aliada de Boric. La segunda -en tanto- es menos generosa: a diferencia de otras figuras del Socialismo Democrático -como podría ser Tohá-, Bachelet no provoca ningún efecto tapón para las presidenciales de 2029.

En la coalición de origen de Bachelet su opción como presidenciable tiene un dejo de derrota. “No hay unanimidad ni en el PS ni en el PPD. Y el que algunos estén proponiendo su nombre indica que hay un vacío de liderazgo. La ven como una carta de última ratio”, explica un parlamentario del SD.

La exmandataria permanece inmune al debate que comienza a intensificarse sobre su futuro político. Cada vez que se le pregunta directamente, incluso niega con severidad su interés en una nueva apuesta presidencial que podría reeditar la disputa de 2013 si la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, se impone como abanderada de la centroderecha.

El problema -señalan en el oficialismo- es que su activa agenda sólo continuará alimentando las suspicacias. Y hay otro tema: también debe despejar si tiene interés en seguir en la esfera internacional, donde se ha señalado que tendría opciones para una postulación a la Secretaría General de Naciones Unidas.

Cualquiera sea su decisión, en el oficialismo señalan que debería comunicarla a más tardar después de los comicios de octubre, con los resultados a la vista. Pues, en especial con miras a La Moneda, no puede arriesgarse a una derrota que tendría carácter ignominioso.

“Si se presenta -dicen- tiene que ser para ganar”.

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